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Balduino el leproso, rey de Jerusalen

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Balduino el leproso, rey de Jerusalen

Balduino IV, apodado el Leproso, fue rey de Jerusalén de 1174 a 1185 durante la época de las Cruzadas. Considerado por muchos historiadores como uno de los monarcas más emblemáticos de toda la Edad Media ya que, pese a su cruel enfermedad, logró inigualables victorias y acuerdos con su enemigo, el legendario sultán de Egipto Saladino.

Hijo de Amalarico I y de su primera esposa Inés de Courtenay, Balduino nació en la ciudad santa de Jerusalén en 1161. De los cuatro estados cruzados que habían surgido en Tierra Santa tras la Primera Cruzada (1096-1099), ya sólo quedaban tres en tiempos de Balduino: el Reino de Jerusalén, el Principado de Antioquía y el condado de Trípoli.
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Balduino el leproso
El condado de Edesa había sucumbido en 1144, por lo que se estimó oportuno convocar la Segunda Cruzada (1147-1149) para tratar de revertir la situación. Sin embargo, esta empresa resultó un auténtico fiasco para la cristiandad pues no se lograron recuperar las plazas perdidas.

Años después, el joven Balduino pasó su infancia en la corte de Jerusalén teniendo poco contacto con su madre, pues esta se había visto obligada a divorciarse de Amalarico.
 
El futuro rey fue educado por el historiador Guillermo de Tiro, quién llegaría a ser arzobispo de Tiro y canciller del reino. Fue este intelectual el que descubrió por casualidad la enfermedad por la que el desdichado Balduino pasaría a la historia: la lepra.
Cuando Balduino estaba jugando con unos niños, estos le pincharon en los brazos sin provocarle ningún dolor, algo que hizo sospechar a Guillermo del trágico destino que acechaba al joven heredero. Sus peores pensamientos se cumplieron.
Con poco más de 20 años de edad, Balduino IV presentaba graves secuelas físicas como consecuencia de la lepra. Entre otros síntomas tenía grandes deformidades en su rostro (el cual se dice que ocultaba tras una máscara), estaba prácticamente ciego y sus extremidades se encontraban mutiladas.
Amalarico I falleció en 1174, por lo que Balduino IV accedió al trono de Jerusalén. Debido a su enfermedad, no se esperaba que viviera demasiados años o que tuviese herederos. Por esta razón, numerosos personajes con intereses dispares decidieron aprovechar la frágil salud del rey para influir en las decisiones de la corte y en sus familiares más cercanos: su hermana Sibila y su medio hermana Isabel (hija de Amalarico I y de su segunda esposa María Comnena).
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Durante la minoría de edad de Balduino IV, se sucedieron varios regentes: primero Miles de Plancy (nunca confirmado oficialmente) y posteriormente Raimundo III de Trípoli.

Este último consiguió que Sibila se casase con Guillermo de Monferrato, recibiendo ambos los títulos de condes de Jaffa y Ascalón.
De este matrimonio, nacería el futuro Balduino V. En 1176, Balduino IV alcanzó por fin la mayoría de edad. Su madre Inés de Courtenay, recuperó la influencia que había perdido en la corte para conseguir que su hermano Joscelino III de Edesa (este era un título honorífico pues el condado había desaparecido) fuese elegido senescal del Reino de Jerusalén.

Una de las primeras acciones de Balduino IV fue concederle la fortaleza de Kerak a Reinaldo de Châtillon, después de haber sido liberado de su largo cautiverio en Alepo. Este problemático caballero tendría un protagonismo crucial durante todo su reinado, tanto para bien como para mal. Por aquel entonces, existía un poderoso enemigo que amenazaba al Reino de Jerusalén, el sultán de Egipto Saladino.
reinaldo de chatillon
reinaldo de chatillon
Este líder musulmán había conseguido afianzar su control sobre Siria tras la muerte del gobernador de Alepo Nur al-Din en 1174 y ahora estrechaba el cerco sobre los cristianos.
Pero el joven y malogrado rey cristiano, reunió a cuantos hombres pudo (unos 350 caballeros y 4.000 infantes) para hacer frente al poderoso sultán en la batalla de Montgisard (1177).

En su poder se hallaba la sagrada reliquia de la Vera Cruz, de gran simbolismo para los reyes de Jerusalén.
Durante este encuentro, Balduino IV logró derrotar contra todo pronóstico a un ejército musulmán mucho más numeroso atacando por sorpresa a su retaguardia.

Uno de los participantes de aquella batalla fue Reinaldo de Châtillon.
El sultán Saladino logró escapar gracias a su guardia personal. A su regreso a la ciudad santa de Jerusalén, Balduino IV fue aclamado por la multitud pues había logrado salvar a su reino utilizando la astucia a pesar de las enormes dificultades.
saladino
Saladino
Este triunfo significó una de la últimas victorias del Reino de Jerusalén antes de su colapso por el empuje del islam.
Un año después de los sucesos de Montgisard, Balduino IV ordenó la construcción del castillo Chastellet en el Vado de Jacob. Este constituía un punto sumamente estratégico pues era el único cruce del río Jordán que existía entre los dominios de Saladino y los del rey cristiano. El sultán no podía permitirse semejante afrenta, por lo que decidió asaltar el castillo en 1179.
 
Tras muchos esfuerzos, los hombres de Saladino lograron abrir una brecha en la fortaleza provocando numerosas bajas y prisioneros. Al ver su castillo en llamas, Balduino IV desistió en su empeño.

Posteriormente, en 1180 Balduino IV casó a su hermana Sibila con Guido de Lusignan (su anterior marido Guillermo de Monferrato había fallecido en 1177), quien era aliado de Reinaldo de Châtillon.

En un primer momento, Guido gozó del apoyo de Balduino IV, siendo nombrado regente del reino. Sabedor de las dificultades para enfrentarse a Saladino, el rey cristiano negoció una paz con el sultán. No obstante, los asuntos iban a torcerse de forma imprevista en el seno del Reino de Jerusalén.
 
Aprovechando su privilegiada situación en la corte, Reinaldo se dedicaba a asaltar las caravanas de comerciantes que se dirigían a las ciudades de Medina y La Meca, provocando inútilmente la ira de Saladino.

La gota que colmó el vaso fue la conquista de Eilat, en el mar Rojo, desde donde atacó directamente la ciudad sagrada de La Meca. Por esta razón, el sultán decidió acabar de una vez por todas con el centro de operaciones de este despiadado caballero, el castillo de Kerak.
Balduino IV el rey leproso
Pero nuevamente un contingente de refuerzo al mando de Balduino IV y Raimundo III de Trípoli evitó la caída del castillo asediado por las fuerzas del sultán.

A modo de anécdota, mientras tenía lugar el asedio de Kerak, Saladino respetó la boda que tenía lugar en su interior entre Isabel de Jerusalén con Hunfredo IV de Tolón, hijastro de Reinaldo.

Las desavenencias de Balduino IV con Guido, debido a su amistad con Reinaldo y a sus actuaciones como regente, provocaron que el rey cristiano tratara de anular su matrimonio con su hermana Sibila. Al no tener éxito, nombró a su sobrino como sucesor con el apoyo de su madre Inés, Raimundo III y otros nobles, excluyendo a Guido y Sibila del trono.
 
Después de un largo sufrimiento, Balduino IV finalmente falleció en 1185, poco después de su madre Inés de Courtenay.

A pesar de sus horribles deformidades, este rey logró mantenerse en el trono de Jerusalén por muchos más años de los que en un principio se había estimado. Sus valerosas actuaciones consiguieron mantener a flote su frágil reino frente a la aplastante superioridad del enemigo.
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Tras la muerte de Balduino IV sin descendencia, su sobrino se convirtió en rey de Jerusalén con el nombre de Balduino V, quedando Raimundo III de Trípoli como regente.
No obstante, el nuevo monarca había heredado la enfermedad de su tío falleciendo al año siguiente.

La vacante en el trono fue hábilmente aprovechada por Guido de Lusignan y por Sibila de Jerusalén (hermana de Balduino IV), para hacerse con el poder en contra de otros potenciales candidatos como Raimundo III.

El breve reinado de Guido de Lusignan fue uno de los más desastrosos para los cruzados, pues al contrario que Balduino IV, le pudo la impaciencia a la hora de enfrentarse con Saladino en la posterior batalla de los Cuernos de Hattin (1187).

Debido a las artimañas del sultán, que supo aprovechar las debilidades del enemigo al no disponer de fuentes de agua dulce, la derrota fue total para la cristiandad.
 
Además la reliquia de la Vera Cruz fue tomada por Saladino, a la vez que fue conquistando las plazas en poder de los cristianos hasta hacerse con la ansiada Jerusalén el 2 de octubre de 1187.

Este hecho precipitó la convocatoria de la Tercera Cruzada (1189-1192), en la que cristianos y musulmanes volvieron a medir sus fuerzas por el control de Tierra Santa.

La leyenda de Balduino IV permaneció viva por muchos años, pues incluso el mismo Saladino le profesó una gran admiración y respeto.

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