Balduino el leproso, rey de Jerusalen
Balduino el leproso, rey de Jerusalen
Años después, el joven Balduino pasó su infancia en la corte de Jerusalén teniendo poco contacto con su madre, pues esta se había visto obligada a divorciarse de Amalarico.
Este último consiguió que Sibila se casase con Guillermo de Monferrato, recibiendo ambos los títulos de condes de Jaffa y Ascalón.
De este matrimonio, nacería el futuro Balduino V. En 1176, Balduino IV alcanzó por fin la mayoría de edad. Su madre Inés de Courtenay, recuperó la influencia que había perdido en la corte para conseguir que su hermano Joscelino III de Edesa (este era un título honorífico pues el condado había desaparecido) fuese elegido senescal del Reino de Jerusalén.
El sultán Saladino logró escapar gracias a su guardia personal. A su regreso a la ciudad santa de Jerusalén, Balduino IV fue aclamado por la multitud pues había logrado salvar a su reino utilizando la astucia a pesar de las enormes dificultades.
Posteriormente, en 1180 Balduino IV casó a su hermana Sibila con Guido de Lusignan (su anterior marido Guillermo de Monferrato había fallecido en 1177), quien era aliado de Reinaldo de Châtillon.
A modo de anécdota, mientras tenía lugar el asedio de Kerak, Saladino respetó la boda que tenía lugar en su interior entre Isabel de Jerusalén con Hunfredo IV de Tolón, hijastro de Reinaldo.
Las desavenencias de Balduino IV con Guido, debido a su amistad con Reinaldo y a sus actuaciones como regente, provocaron que el rey cristiano tratara de anular su matrimonio con su hermana Sibila. Al no tener éxito, nombró a su sobrino como sucesor con el apoyo de su madre Inés, Raimundo III y otros nobles, excluyendo a Guido y Sibila del trono.
A pesar de sus horribles deformidades, este rey logró mantenerse en el trono de Jerusalén por muchos más años de los que en un principio se había estimado. Sus valerosas actuaciones consiguieron mantener a flote su frágil reino frente a la aplastante superioridad del enemigo.
Debido a las artimañas del sultán, que supo aprovechar las debilidades del enemigo al no disponer de fuentes de agua dulce, la derrota fue total para la cristiandad.
La leyenda de Balduino IV permaneció viva por muchos años, pues incluso el mismo Saladino le profesó una gran admiración y respeto.
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