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Sara Levesque la eterna aventurera

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Sara Levesque, la eterna aventurera

1.-¿Quién es Sara Levesque?

Una novelista que casi nace del revés y eso le sirve de excusa para llevarle la contraria al mundo. Una escritora a la que no conoce nadie que se pasa los días reescribiendo su vida para que su pasado le permita tener un futuro.

2.-¿Cómo una mujer que tiene su trabajo se aventura en el mundo editorial?

Mi trabajo «normal» de audioprotesista me garantizaba una cotización segura, un sueldo fijo, unas pagas extra con las que podría ahorrar tanto como se le antojase a mi personalidad poco consumista, y una estabilidad muy tranquilizadora, con prestaciones médicas y todas esas cosas. Curiosamente, ante tan regia red de seguridad, era tremendamente infeliz.

Quería trabajar de lo que a mí más me gustaba, de lo único que sabía hacer desde que era una cría, y no quería seguir esperando la oportunidad perfecta porque nunca llegaría. Un día, decidí probar y ver qué pasaba.

Desde entonces, sigo a rajatabla una de mis propias frases: «Prefiero vivir cincuenta años de esta vida, gozarla y palmarla, que cien sin disfrutarla» ©.

3.-Cuéntanos un poco de tu faceta de escritora. ¿Cómo nace tu vena por la literatura?

Desde muy pequeña tengo recuerdos de ver a mis padres leyendo en el salón, con la televisión apagada.

Quería hacer lo mismo que ellos para sentirme mayor. Recuerdo que, cuando me portaba mal, me castigaban sin leer.

Aquello era terrorífico para mí. Empecé a crear en la mente mis propios cuentos para cuando no podía leerlos. Y en cuanto supe sostener un lapicero y perfilar con temblorosa caligrafía lo que mi mente quería proyectar, ya no supe parar. Ni supe, ni pude, ni quise.

4.-¿Qué va a encontrar el lector cuando lea a Sara Levesque?

Realismo sucio en pequeñas dosis, narrativa bohemia en grandes cantidades, y pinceladas de prosa poética plagada de infinitas sinestesias. ¿Temática? A veces puede ser LGBT, a veces podrá ser retratos de artistas completamente eclipsados por el olvido, como la taiwanesa Qiu Miaojin o el estadounidense Phil Ochs, a veces será mi propio pasado –o mis propios errores– ficcionado para que no me duela demasiado recordarlos, a veces será mi propio pasado vomitado sin filtros.

5.-Háblanos un poco más de tu nueva aventura editorial

Después de perder mi trabajo fijo y nada sano, comencé a colaborar con la editorial que publicó mi última novela, «de cuyo nombre no quiero acordarme». Sin darme cuenta y tras dos años de andadura por aquel camino, me percaté de que ganaba algo de dinero y que yo llevaba parte de la editorial en la sombra, algo que se me hizo saber desde fuera; yo no me percaté de ello, dado que para mí es un trabajo tan normal que no era consciente de que una de las riendas estaba en mis manos. Pensé entonces que igual me costaría mucho trabajo vivir de escribir, pero no sería tan complicado vivir de la escritura. ¿Ves la diferencia? Y una travesía no anula la otra, al contrario. Yo ya era correctora. Me formé, además, como maquetadora, editora, asesora literaria y perfeccioné mis técnicas de penúltima generación para hablar en público. Así comenzó todo.

6.-Dicen que cuando escribimos normalmente lo hacemos contando experiencias personales. En tu caso, ¿es así?

Sin duda alguna, sí. Cuando escribo ficción, pueden vislumbrarse tintes de mi pasado. Pueden. Cuando escribo no-ficción, es mi pasado en estado casi puro. Casi.

7.-¿De dónde sale la idea de crear el libro de relatos Suicidio salió del grupo? Cuéntanos un poco del libro.

Nació de dos de sus integrantes, ambos miembros de un grupo cultural en el que estamos los tres.

Dentro de ese grupo hay otras dos editoras. Cuando escuché la idea hablé con mis compañeros y les pregunté si les parecía bien que Bohemia Ediciones se encargara de iniciar su camino seleccionando veinte relatos y componiendo una antología de dicha temática.

Estuvieron de acuerdo, de modo que siempre con el máximo respeto y la premisa de que los textos debían tener final feliz, iniciamos el camino con Suicidio salió del grupo.

Se trata de un libro que dice lo que nadie quiere escuchar –aunque los libros no hablan–, o expone lo que nadie quiere leer. Veinte autores desenvainaron sus bolígrafos para concienciar un poco más a la sociedad de que el suicidio es la única muerte evitable y tiene solución.

 

Su sinopsis, si se me permite exponerla, reza así:

«No lo siento.

No. No lo siento.

Necesitaba pasar por esta experiencia para saber valorar mi vida.

De modo que no lo siento.

El suicidio no es agradable. Estos textos, puede que tampoco.

La ideación suicida puede tener final feliz. Estos textos, también.

No hay edad para matarse.

Las voces aquí escritas sirven para abrazar a quienes se ven obligados a callar su dolor.

Bienvenidos a la otra cara de la moneda».

8.-¿Cuál es tu mayor logro dentro de la literatura?

Que me paso los días peleándome conmigo misma, boicoteándome a mí misma, comparándome con mis compañeros como si fuera una idiota insegura, que me avergüenza reconocerlo, pero que soy capaz de verlo y rectificar comportamientos tan deleznables, aunque sea mínimamente, y sigo escribiendo. Tengo más tinta que sangre en las venas. Y ya no me agobia ignorar dónde está mi meta. Escribo más tranquila así.

9.-¿Algún consejo a quien está empezando?

Al que te diga que te busques un trabajo normal coges tu bolígrafo favorito y le pones un puntito en la boca.

10.-¿Alguna anécdota que puedas contarnos?

Muchas, pero para no colapsar el artículo, me voy directa a la que más gracia provoca cuando la cuento.

Estaba yo hace unos años firmando mi primer libro en la Feria del Libro LGTB de Madrid. Por aquel entonces, tenía MUCHÍSIMO miedo escénico y me aterraba pensar en el recital que vendría después de la firma de ejemplares.

Me sentaron entre dos mujeres: una escritora de novela negra a la que ya conocía, y una señora oronda de largos cabellos rizados y más oscuros que mi esperanza de librarme de hablar en público. Y muy parlanchina. Demasiado. Al menos, para mis nervios. Era agradable, se notaba que quería serlo conmigo, que debía parecer un corderito entre lobos.

El evento se desarrolló con la normalidad que suele acarrear algo así. Ventas diversas, firmas, fotos modestas… Lo típico en función de nuestra popularidad, más bien escasa. Aunque el público no era abundante, para mí una sola persona era multitud. Y seguía muy nerviosa mirando sin ver los libros de la señora oronda que no callaba. No quería ser grosera, así que asentía en los momentos que debía asentir y le seguía la conversación con monosílabos. Entonces, se produjo el milagro. Nos informaron que el recital se cancelaba. ¿El motivo? No lo recuerdo. Solo soy consciente de que pude respirar tranquila y relajarme.

Una vez terminado el evento me despedí de ambas compañeras y me acerqué hasta mi editora para devolverle los libros sobrantes.

––¿Qué tal con Lucía? ––me preguntó––. Es simpática, ¿verdad?

––¿Quién? ––había estado en contacto con mucha gente, no sabía a qué Lucía se refería.

––Lucía, la mujer con la que hablabas tanto.

«Corrijo: la mujer que hablaba tanto conmigo sería más correcto», pensé.

––¡Ah! ¿Se llamaba Lucía? Sí, bueno, era simpática, sí.

Mi editora permaneció escrutándome con la expresión de «eres tan virgen en este mundo…».

––Sara… ¿No sabes quién era? ¿Te has pasado tres horas al lado de alguien que no sabes quién era?

––Mmm… Sí ––me atreví a responder, sintiéndome muy inútil.

––No te creo. ¿¿Has estado tres horas al lado de Lucía Etxebarría sin saber que era ella??

––¿Lucía Etxebarría? ¿La directora de cine?

Mi comentario provocó una potente carcajada por su parte y un golpe de obviedad para mí. Hasta tal punto llegaban mis nervios que no fui capaz de ver que, si estaba allí, era porque firmaba sus libros. ¿O acaso había estado firmando películas?

La fórmula de esta anécdota se repitió dos semanas después con otro personaje famoso. Pero eso ya es otra historia…

11.-Nos gustaría conocer un poco más a esta mujer tan valiente.

Solo escribo, escribo y escribo. Me «casé» hace años con la profesión y nada me hace más feliz. Vivo por y para las letras. Es lo que mejor sé hacer y de donde saco más lecciones cuando tengo el tonto subido. Me encanta que sea un camino difícil porque, de lo contrario, me aburriría.

Aparte de la escritura, ¿qué otras aficiones tienes?

Me gustan mucho los deportes extremos, en general; y la escalada, en particular. Adoro muchísimo más el cine que la música, de cualquier estilo, género y época. Soy una gran aficionada de las expediciones polares y una enamorada de la Antártida.

¿Se compagina bien la literatura con el día a día?

En mi caso, sí. Aunque es cierto que llega un punto en que no puedes leer nada ajeno de manera fluida. El ángel en el hombro derecho te anima a intentarlo mientras que el corrector en el izquierdo detiene la lectura a cada errata que encuentra. En parte, es divertido; en parte, es cansado.

12.-Por último, ¿dónde podemos encontrar tus obras? Si un escritor quiere publicar, ¿dónde puede encontrar tu editorial?

Mis novelas las puede encontrar poniéndose en contacto conmigo en el email rguez1sara@gmail.com o a través de Instagram (@sara_levesque0). Y si alguien quiere publicar con Bohemia Ediciones no tiene más que escribir un email a direccion@bohemiaediciones.com y comentarnos lo que quiere, busca o necesita para que nosotros comencemos a orientarle paso a paso. También en la página web www.bohemia-ediciones.com o en su Instagram @bohemia_ediciones

Decir, por último, que me quedan solo cinco ejemplares de mi última novela y no saldrán más, dado que el contrato ya terminó. Esos cinco libros los tengo en casa. Espero que dentro de poco tenga una nueva novela entre las manos para poder compartirla con todos vosotros. Realismo sucio ambientada en el Bosque de los Suicidios. Hasta ahí puedo leer.

Muchas gracias por la entrevista.

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