JAVIER ÁLVAREZ, REMERO DE BARAKALDO ITSAS-LAGUNAK
Javier Álvarez pasó gran parte de su juventud entrenando y compitiendo bajo los colores del Itsasoko Ama de Santurtzi. Hoy en día, ha vuelto a poder disfrutar de las sensaciones de remar por la ría del Nervión en el club Barakaldo Itsas-Lagunak. Las ganas y la ilusión siguen siendo las mismas que cuando comenzó en su adolescencia, aunque hoy lo haga junto un numeroso grupo de amigos y compañeros en la categoría de veteranos, a los que la pasión por el remo les ha vuelto a unir tras unos años alejado de este deporte.
¿Javi, cómo fue tu primer acercamiento al remo?
Pues mira, por casualidades de la vida. Para mí, era un deporte totalmente desconocido. Yendo un verano con mi padre en el coche, nos pilló un atasco en Portugalete, justo en mitad de una regata de traineras en la ría. Pese a ser un espectáculo inédito, me resultó muy llamativo. Nos quedamos a disfrutar de la regata, hasta que concluyó y proseguimos nuestra marcha.
Como cualquier chico de mi edad, con 10 años, realmente lo que me atraía en aquella época era el fútbol, pero el acceso al «Gazteak», el club del barrio, estaba muy demandado y no pude entrar ese año. Seguía con ganas de practicar un deporte y, de repente, me vino a la cabeza aquella regata de traineras que había estado disfrutando junto a mi padre. Ni lo dudé. Me acerqué al club, en el puerto de Santurtzi, y cuando regresé, ya traía una autorización para que me la firmaran mis padres y poder comenzar a entrenar.
¿Qué recuerdos tienes de aquellas primeras experiencias?
Comencé a principios de los 80 en el club viejo, antes de construir las instalaciones actuales, y guardo con mucho cariño aquellos primeros pasos. Con tan sólo 10 añitos bajaba desde el barrio de Kabiezes hasta el puerto de Santurtzi, una distancia considerable para un chaval de mi edad, especialmente cuando tocaba madrugabas para entrenar los fines de semana. Entré como infantil B, con otra docena de chavales, y la categoría completa la formarían alrededor de 30 chicos. Contábamos con tan sólo dos pequeños vestuarios, el nuestro compartido con los cadetes, mientras que juveniles y senior usaban otro diferente. Aquello era un mundo nuevo para nosotros, con multitud de botes de remo olímpico colgados en las baldas, además de los bateles o la trainera.
Hubo incluso un tiempo, mientras construían el pabellón nuevo, aunque este también ya ha superado las tres décadas desde entonces, en que estuvimos alojados en los garajes del nuevo polideportivo, recién inaugurado en aquel momento. Tuvimos que trasladar casi todo a mano, incluidos botes y demás, permaneciendo dos años en esa situación. Pese a ser un club sin siquiera instalaciones, se siguió adelante, enternando y compitiendo sin que nunca decayese el buen ambiente.
¿Qué grupo de personas componía el cub entonces?
Aquello era un hervidero de gente, en todas las categorías. Me encontraba rodeado de verdaderos atletas, con deportistas de élite. Remeros que acababan de conseguir la Concha el año anterior, pero que a su vez estaban ganando los Campeonatos del Mundo en banco móvil. Eran nuestros ídolos por aquel entonces. Siempre seguíamos muy atentos sus entrenamientos y su técnica al remar para intentar aprender algo de ellos.
Tampoco me puedo olvidar de aquellas personas indispensables que lograban que los botes estuvieran al día. Algunos eran verdaderos artesanos reparando aquellas viejas embarcaciones de madera, que poco a poco estaban siendo sustituidas por más modernos de fibra. Personas como Moreno o Paco, que se pasaban allí tardes enteras solucionando problemas y cuidando de que los botes estuviesen siempre perfectos.
¿Cómo era la actividad diaria en el club?
Allí dentro todo era movimiento. Mientras unos subían a correr al monte, otros hacían carrera contínua por la orilla de la ría. Por turnos se hacía técnica en el foso mientras otros saltaban al agua en los botes. Circuitos, fartlek, balón medicinal, pesas (estas últimas las teníamos aún vetadas para infantiles)… Nadie paraba ni un minuto en el club y tampoco necesitabas mucho para empezar. Unas zapatillas, un pantalón corto y a seguir a los demás. Empecé a entrenar con Quino, una persona muy atleta y a quien le encantaba correr. Me llegaron a doler las plantas de los pies de los kilómetros que hacíamos, aunque la falta de hábito en el deporte también era gran responsable de eso. Llegábamos como unos chiquillos escuálidos y nos iban poco a poco modelando como verdaderos deportistas. Entrenábamos todos los días de la semana y veíamos como poco a poco se iba notando en nuestros cuerpos el aumento de musculatura y de la capacidad aeróbica. Entras en la dinámica de los demás y ya no sabes parar. El remo es un deporte que te atrapa, pasa a ser parte indispensable dentro de tu vida. Se convierte en tu principal objetivo, sin descuidar los estudios, claro está. Los amigos y compañeros que haces en esta etapa, los mantienes de por vida. Creas un vínculo muy especial después de tantas horas solos en un bote, donde llegas a conocer a la perfección a tus compañeros, incluso más allá del aspecto deportivo. Después de más de treinta años, aún conservo una enorme amistad con todos ellos, incluso con algunos de los que residen fuera y con los que he tenido la suerte de volver a coincidir compitiendo, aunque ahora ya como veterano.
¿Cuando das tus primeros pasos en competición?
Con once años ya empecé a ir a mis primeras regatas, con aquellos descensos por la ría donde inundábamos de botes el Nervión. Eso siempre te aportaba una ilusión extra y una mayor motivación para seguir entrenando duramente. Otro gran paso que recuerdo especialmente fue mi primera confrontación en Mequinenza, por cierto, sin aún grandes resultados aquel año, pero que para mí personalmente suponía un enorme salto. Empiezas a tomar de referencia a esos compañeros que si que regresaban con buenos resultados, fijándote objetivos de cara a mejorar en la siguiente confrontación, entrenando a tope para intentar entrar en la final… En resúmen, trabajar duro para subir tu propio nivel.
Pasamos a entrenar bajo la dirección de Josu Olano, ya a un nivel algo más serio e intenso, y los resultados empezaron a llegar. Ya conseguí ganar mi primer campeonato de Bizkaia en doble scull, además del de Euskadi y el de España posteriormente. Eso ya suponía, por sí mismo, un extra de motivación para nosotros. Posteriormente, siguieron llegando varios títulos en diferentes categorías, incluso con la selección de Euskadi, pero en todos hubo que pelear mucho ya que la competitividad era enorme.
¿A qué achacas la cada vez mayor aparente falta de interés en los jóvenes por este deporte?
Bueno, se culpa mucho a que las nuevas generaciones ya no se esfuerzan ni se comprometen como las de antes, pero tampoc creo que sea así exactamente. Quizás sea más por falta de motivación. Veo cierta falta de ilusión en los jóvenes. Y esto se consigue, por ejemplo, dejándoles un bote de remos en sus manos, llevándoles a las regatas, etc. A nosotros, con diez años, ya nos ponían a nuestro cargo un bote que debíamos cuidar y mantener mejor que si fuese nuestro. Podían ser botes viejos, pero aun así, los mimábamos y pulíamos cada vez que volvíamos de saltar al agua. A los chicos hay que darles cierta responsabilidad, hacer que se impliquen y trabajen para lograr sus objetivos. También hay que motivarles llevándoles a las regatas y a los descensos, no sirve sólo machacarles a entrenar en tierra y acudir a un par de regatas. Nosotros íbamos a varios descensos durante toda la temporada. A partir de diciembre estabas casi todos los fines de semana en el agua, sin medallas de por medio ni nada. Nuestra mayor ilusión era recoger el bocata que te daban o el vaso de caldo. Mientras que ahora, no se ven apenas botes por la ría, ni en competiciones siquiera. En las categorías hasta infantil, no te dejaban salir de la zona del puerto. Te pasabas horas de una punta a otra, remando desde la Náutica al Higarillo, pero remando en tu bote, que era lo realmente importante para nosotros y con lo que de verdad disfrutábamos. Luego, a partir de los 12 o 14 años, ya podías subir la ría entrenando, hasta el canal de Deustu o más arriba incluso. En cambio, ahora no paramos de ver cosas extrañas. Muchas categorías acaban su temporada en abril, tras los campeonatos de bateles, y sin tiempo ya de prepararse para los campeonatos de banco móvil. Cosas como el que hasta a los pequeños les obliguen a salir, no sólo a entrenar sino también a competir, con chalecos. Seguramente que en aras de una mayor seguridad, pero que acaba perjudicando muchísimo para desarrollar una buena técnica. Siempre nos exigieron saber nadar para poder subirte a un bote y siempre había algún responsable vigilando y controlando nuestros movimientos en el agua.
Tuviste una prolífica carrera deportiva en remo olímpico, pero ¿cómo diste el paso al remo en banco fijo?
Bueno, en aquella época, Santurtzi era uno de los mejores clubes de España en remo olímpico y, posiblemente, el mejor de Euskadi o, al menos, a la par de los mejores. Ten en cuenta que desde los años 70 contábamos con numerosos remeros internacionales en nuestras filas. Varios siendo hasta campeones del mundo o incluso remeros olímpicos.
Raro era el campeonato y categoría del que Santurtzi no regresara con varios podios, algunos de ellos incluso con el oro. Hubo un año que incluso se logró el oro en 8+ en tres categorías diferentes. Yo tuve la suerte, gracias al intenso trabajo, de poder ser partícipe de varios de ellos, pero, aun con todo esto, nunca dejamos de practicar banco fijo también. Era una especie de premio para nosotros.
Solíamos ir a las últimas regatas de la liguilla de bateles y no faltábamos nunca en los diferentes campeonatos. Nuestros rivales, especialmente Ondarroa, que era uno de los mejores en aquella época y no hacían banco móvil, no nos tenían cogida aún la medida, al no haber tenido apenas enfrentamientos directos con ellos. Nos vigilaban de reojo, pues sabían que Santurtzi siempre acababa en los puestos altos. Recuerdo que ganamos un año el de Euskadi a los ondarrutarras, pero ellos, sacando su coraje, nos levantaron el oro en el de España. Eran duelos muy bonitos y sigo conservando una gran amistad con remeros rivales de aquella época. Habría mucha competencia en el agua, pero también nos enseñaban a respetar a nuestros adversarios deportivos. Tanto en bateles como en trainerillas, ya en juveniles, conseguimos el oro en los campeonatos nacionales. Y eso que las trainerillas las sacábamos en ratos muertos que teníamos por ahí.
Ahora me da pena que todo eso lo hayan dejado perder y que se centren casi en exclusiva en el banco fijo. La única salida deportiva que les dejan es acabar en la trainera, es hacia donde enfocan todo, hasta la inversión económica. Están cercenado con ello la posibilidad de hacer cosas muy interesantes en banco móvil, algo que les daría un gran incentivo a los jóvenes. Luego buscan el por que de que las canteras anden tan flojas últimamente. Como dije antes, si no cuidamos a esos jóvenes, si no les damos oportunidades de competir en todo lo posible, acaban perdiendo el interés por el remo. Clubes como Hondarribia u Orio siguen apostando por ambas modalidades, con éxito por cierto, pero en Bizkaia han dejado morir el banco móvil y muchos no lo entendemos.
Y tu experiencia en la trainera de Santurtzi ¿cómo fue?
Bueno, tras centrarnos más en banco móvil hasta la categoría juvenil, en sénior dábamos ya el salto a la Sotera. Todos contábamos también con experiencia en banco fijo, tanto en bateles como en trainerillas, pero remar en la Sotera de Santurtzi siempre es algo diferente. Tuve la oportunidad de remar un tiempo en una Sotera B, como sénior de primer año, con la que fuimos incluso a la clasificatoria de La Concha, y también estuve como suplente en la Sotera oficial la siguiente temporada. Guardo con mucho cariño esas experiencias, compartiendo tostas con verdaderos monstruos del mundo del remo que unos años antes eran nuestros referentes.
Por desgracia, al igual que a muchos otros jóvenes, los estudios universitarios me condicionaban muchos de los entrenamientos y, sin una preparación física adecuada, no es factible mantener tu nivel óptimo de competición. Tuve que aparcar el remo, aunque nunca he abandonado totalmente la práctica deportiva. Ciclismo, carreras de montaña, medias maratones y maratones, etc. han seguido formando parte de mi día a día desde entonces.
Ahora mismo, el remo a vuelto a llamar a tu puerta..
Javi, cuéntanos un poco más sobre este regreso.
Bueno, fue algo totalmente inesperado, pero creo que una gran decisión. Virginia, mi mujer, también ha sido remera en Santurtzi muchos años. Su antigua compañera de bote en Santurtzi, Ainhoa García, con quien fue medallista en los Campeonatos de España, le propuso sumarse a un nuevo proyecto que se estaba gestando entre varios remeros veteranos. La mayoría son provenientes de los veteranos de Getxo, aunque casi todos ellos surgieron en la propia cantera de Santurtzi.
Varios habían sido compañeros míos 30 años atrás y también me animaron a sumarme a este nuevo club, Itas-Lagunak. No ha sido nada fácil empezar, pero estamos ya compitiendo. Contamos con un pequeño local y algunos botes, la mayoría skiff o dobles, que hemos tenido que ir adquiriendo personalmente.
¿Con qué dificultades os habéis encontrado a la hora de lanzar este proyecto deportivo?
La verdad es que hoy en día es muy complicado el intentar poner en marcha cualquier iniciciativa deportiva de este estilo o de cualquier otra modalidad. La colaboración por parte de las diferentes administraciones públicas es muy exigua, por no decir nula. Nosotros hemos tenido que aportarlo todo, incluido el aspecto económico, para poder empezar. Adquierir botes, buscar un local adecuado dentro de nuestras posibilidades y que reuna además los requisitos técnicos para almacenar unas embarcaciones de este tamaño, acondicionar las instalaciones, etc. No ha sido fácil, pero hay que agradecer especialmente el que algunos de sus principales impulsores trajeron incluso botes propios a la hora de comenzar. Ahora mismo, tras tres años de recorrido, contamos con algo más de una veintena de miembros, todos veteranos, salvo alguna excepción puntual de algún sénior, y tenemos representación tanto en categoría masculina como en femenina. Hay conversaciones y propuestas sobre la mesa con el Ayuntamiento de Barakaldo, de quien llevamos su nombre en nuestra equipación, para estudiar la posibilidad de acceder a un local más adecuado a nuestras necesidades, pero ahí sigue estancado el asunto. Estaría bien que el consistorio baracaldés pusiese algo más de su parte, ya que participamos incluso en competiciones internacionales representando el nombre de esta localidad.
Ya que mencionas las competiciones ¿qué tal se os están dando estos comienzos a nivel de competición?
La verdad es que nos ha sorprendido a casi todos el buen arranque que hemos tenido. Las competiciones de veteranos tienen hoy en día una gran relevancia. En todos los grandes campeonatos cuentan con sus categorías de veteranos, incluso hay ligas de traineras. En banco móvil organizan campeonatos internacionales específicos para veteranos, con categorías divididas según la edad, muchos de ellos siendo ya de gran relevancia en el calendario deportivo. A nivel nacional, estamos acudiendo a todas las pruebas que organizan las diferentes federaciones y ya hemos obtenido numerosos éxitos, incluyendo nuestro año de debut, donde logramos tres medallas en los nacionales.
El nivel en todas las competiciones es altísimo y la competitividad es mucho mayor de la que esperábamos. La gran mayoría son remeros que ya saben lo que es competir a alto nivel, incluso siendo muchos de ellos remeros que han estado con sus selecciones en campeonatos del mundo. Ahora mismo, ya está siendo habitual que los veteranos sean la categoría con mayor número de participantes en muchos de los principales campeonatos.
¿Tiene previsto Itsas-Lagunak crecer a corto plazo?
Bueno, para crecer, exclusivamente como club de veteranos, haría falta una incorporación de gente bastante numerosa para que el salto fuera factible. Con dos o tres personas más no se notaría nada, sino que incluso al contrario, ya que contamos con las embarcaciones justas y tenemos que organizar unos turnos muy concretos para que todos puedan entrenar. Por otro lado, y de momento, no contemplamos la posibilidad de actuar como escuela de remo, ni a nivel de veteranos y mucho menos para categorías inferiores. Los veteranos que estamos aquí sabíamos ya remar antes de formar parte del club y para hacerse cargo de una escuela de remo para niños haría falta una logística y unos medios de los que carecemos. Seguro que de entre nosotros hay más de uno que le gustaría poder transmitir sus conociientos deportivos a nuevas generaciones de remeros, pero de momento es una posibilidad que no podemos asumir como club.
Hay clubes que trabajan con total normalidad con sus correspondientes secciones de veteranos mientras que en otros, por la contra, parecen no encontrar hueco en ellos ¿qué puede aportar una sección de veteranos a un club de remo?
Bueno, antes de nada, comentar que, desde mi punto de vista, una sección de veteranos nunca ha de resultar una carga para ningún club, ni el aspecto deportivo ni mucho menos en el económico. Nosotros, los veteranos, ya hemos cumplido nuestra etapa activa en el remo. Aun así, entrenamos y competimos porque seguimos sintiendo el remo como una parte esencial de nuestras vidas. Yo, ahora mismo, me encuentro mucho mejor física y anímicamente que hace unos años, antes de regresar al remo. Es un deporte que te aporta muchísimo a nivel físico y que, cuando lo has vivido durante tantos años y tan intensamente, el poder volver a recuperar esas sensaciones, y más con tus antiguos compañeros, te da un subidón de moral que a nuestras edades nos devuelve muchas ilusiones perdidas por el transcurrir de los años.
Puntualizado esto, creo que los veteranos pueden aportar mucho dentro de un club. El problema es que algunas directivas recelan de tener en el club a un grupo de remeros tan experimentados ya que les da la sensación de que les están auditando continuamente todos sus movimientos y decisiones. Puede que en algunos casos así sea, pero en general, los veteranos aportan mucho dentro de los clubes. Ayudan con las categorías menores, incluso subiendo botes y remos a los más pequeños, completan botes, cuando es necesario, de juveniles o sénior cuando falla algún remero para que no se quede el bote sin saltar al agua, echan una mano en las reagtas, en labores de logística, etc. Siempre que cada uno respete el espacio del otro, son elementos que se complementan perfectamente.
¿Qué gran cambio te ha sorprendido tras tu regreso al deporte del remo?
Hay dos cosas principalmente, y en las que además el club Barakaldo Itsas-Lagunak está trabajando intensamente, que me han dado una gran satisfacción de poder tener la oportunida de probar en esta nueva etapa deportiva. Por un lado, está la competición en tripulaciones mixtas de veteranos.
Entrenar y competir con féminas te aporta una serie de elementos y sensaciones que nunca había podido experimentar hasta ahora. Partiendo además de que nuestra remada, por cuestiones puramente fisiológicas, es diferente, la mujer te enseña otro estilo de remar, más dosificado quizás, con más cabeza o templanza. Es difícil poder expresar esas sensaciones, pero creo que es una modalidad que debiera hacerse extensiva a más categorías.
También existe una modalidad que cada vez está más en auge y en la que somos líderes a nivel internacional, el remo de mar. Ahora que el remo olímpico está un poco de capa caída en esta zona, el remo de mar puede ser una buena alternativa para muchos clubes costeros que, por las condiciones abiertas de sus aguas, no contaban con la posibilidad de practicar el banco móvil. Es una modalidad mucho más vistosa y divertida, además de atraer a mayor público que las tradicionales regatas de banco móvil en campos de regatas cerrados. Tuve la ocasión de remar en el Europeo de Donostia hace un par de años y fue una expereincia brutal, sumándole además el hecho de que hacía 35 años que había estado en esas mismas aguas remando con la Sotera. También Plentzia ha organizado alguna prueba, con una gran organización además y una enorme afluencia de público. Ahora somos uno de los clubes habituales en este tipo de regatas y ya empezamos a pisar los podios también.
Bueno, la tarde con Javi fue bastante más productiva de lo que aquí hemos reflejado, pero en algún momento hemos de poner punto y final a nuestro trabajo. Javi es una persona que vive y siente el remo con una especial emoción y que además lo sabe trransmitir muy bien a los demás. Contemplas todo el tiempo en su cara una sonrisa de felicidad a la hora de hablar de esos recuerdos de la niñez, en aquel viejo club, a la vez que muestra una enorme satisfacción y orgullo de su club actual y de los compañeros que le rodean en los entrenamientos, con los que no pierde la ocasión de acudir a todas las competiciones de veteranos.
Mucha suerte a todos los componetes de Barakaldo Itas-Lagunak, de quienes podríamos escribir también grandes historias dado el amplio currículo deportivo de todos y cada uno de ellos.
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