El ser humano necesita transformarse para sobrevivir
El ser humano necesita transformarse para sobrevivir
Necesitamos urgentemente crecer, evolucionar y empezar a transformarnos
A diferencia de otras especies, el ser humano tiene la capacidad de medir el tiempo y el espacio de forma racional, y posee un intelecto que le permite imaginar y crear sus propios pensamientos guiados por sus emociones y por su intuición. Algo que solo los grandes genios y grandes pensadores de la historia han sabido aprovechar de forma creativa en muchos de sus inventos, arte y teorías…
Tenemos la capacidad de pensar y crear cosas extraordinarias debido a nuestra gran imaginación, pero también de destruirnos a nosotros mismos y destruirlo todo porque no conocemos en gran medida la naturaleza de nuestra mente y nuestro cuerpo, y la conexión tan profunda que todos tenemos con nuestro entorno y con la naturaleza. A diferencia de una planta o un árbol, nosotros nos resistimos al cambio y la transformación porque nuestra mente inconsciente asocia el crecimiento y la transformación, a tener que soltar partes de nosotros mismos que nos identifican y nos otorgan una importancia y un estatus en la vida, sin el cual creemos que nos sentiríamos indefensos. Pero nada más lejos de la realidad, porque es ahí donde entra en juego nuestra mayor capacidad; la de adaptarnos a esta especie de “selección natural” necesaria, para aprender a transitar cualquier circunstancia sin la necesidad de cargar con nuestro pasado, aceptando el proceso como algo necesario para nosotros y para nuestro crecimiento como seres sociales y espirituales, refiriéndome a este último término no como algo religioso, místico o esotérico, sino como algo vital.
No creo que sea casualidad que la mayoría de las personas que han conseguido reinventarse, hayan pasado por procesos traumáticos, enfermedades e incluso experiencias relacionadas con la muerte que han marcado fuertemente su realidad, y han dejado en ellxs una semilla de crecimiento y transformación personal que les ha permitido cultivar una vida más sana, feliz y realizada, donde cualquier circunstancia para ellxs es una oportunidad perfecta para reinventarse y conocerse más a sí mismos… Tampoco que muchos de ellos se hayan convertido en grandes referentes y «agentes de cambio» para inspirar y motivar a otras personas a cambiar sus vidas…
Quizás son personas que han desarrollado una mayor capacidad de comprensión, empatía y consciencia hacia los demás, que les permite conectarse con las mismas capacidades latentes y necesidades esenciales que se expresan de forma única en cada uno de nosotros. Sin embargo, por lo general nuestra forma de ser y de estar en la vida nos aparta de vivir estas opciones, ya que el cultivo de una mente fuerte y sana pasa por sanar nuestras emociones y por desprenderse de muchos aspectos de la personalidad que no queremos soltar por miedo a sufrir y experimentar un sentimiento de vacío inevitable, que puede llevarnos a perder temporalmente nuestro sentido de identidad y de pertenencia en el mundo, y hacer tambalear toda nuestra estructura de pensamiento…
Rompiendo el cascarón
Cuando nos desprendemos de ciertas creencias, hábitos y perspectivas antiguas, es normal que comencemos a experimentar ciertos episodios de confusión, y a veces incluso de disociación con la vida. Algo que a primera vista parece arriesgado y peligroso porque nos da la sensación de no saber dónde estamos y para que estamos aquí, obligándonos a trazar un nuevo rumbo.
En la mayoría de estos procesos se produce una profunda reflexión y un profundo cuestionamiento sobre «quienes somos y que hacemos aquí», o «como vivir ahora que nada de lo que tengo me hace feliz«, o «en que creer ahora…» y eso hace que el miedo despierte en nosotros antiguos recuerdos, emociones y sentimientos, que creíamos superados y que ahora comienzan de nuevo a aflorar de nuestro inconsciente con el objetivo de defendernos de esa aparente pérdida de valores y significados personales relacionados con nuestro sentido propio de las cosas y con nuestra identidad…
Es ahí donde comienza a gestarse algo nuevo en nosotros y donde comenzamos a experimentar las primeras transformaciones con respecto a nuestra forma de pensar y de estar en la vida, y en la manera en la que nos enfocamos hacia nuestro pasado y hacia nuestro futuro. Un nuevo espacio de consciencia en el que empezamos a atender con mayor atención nuestras emociones y necesidades internas, y empezamos a desarrollar una imagen más autocritica y realista de nosotros mismos en relación con la vida. Una imagen a través de la cual comenzamos a enfrentamos a nuestros recuerdos y situaciones difíciles, desde una perspectiva más comprensiva y constructiva, al mismo tiempo que intensa…
Algunas filosofías y tradiciones denominan a este proceso como “el despertar de la consciencia”, “la búsqueda del Nirvana” o la “autorrealización del Ser”. Una nueva forma de vida donde simplemente despertamos a nuestra verdadera naturaleza esencial y todo se vuelve mucho más simple y coherente, porque la vida pasa a convertirse en un terreno de juego en el que desaparecen las competiciones y los rivales y todos ganamos esencialmente, fruto de un cambio profundo en nuestra consciencia y en nuestra forma de percibir el mundo. Un cambio que influye positivamente en nuestra relación con nosotros mismos y con los demás, ya que nos permite a todos y a todas encontrarnos y relacionarnos desde una perspectiva de unidad, crecimiento y de desarrollo colectivo. Una perspectiva donde las diferencias se usan como un regalo para alimentarnos, crecer y enriquecernos juntos a todos los niveles, preservando así el sentido de paz, unión y tranquilidad que todxs necesitamos para sentirnos felices y realizados.
Cabe decir que no es un proceso fácil, que requiere de un compromiso permanente con nosotros mismos para poder desarrollar nuestras mejores capacidades y habilidades, y no por ser complicado, sino por la complejidad y la mezquindad que hemos ido acumulando a lo largo del tiempo en nuestras mentes, a causa de no saber gestionar nuestras emociones y de no saber usar nuestra increíble capacidad para pensar de forma constructiva y creativa. Es un viaje interior intenso, pero que a medida que es transitado nos deja descubrir cosas increíbles, cosas que ni tan siquiera habíamos podido imaginar que pudiesen «latir» de esa forma dentro de nosotros…
Y aunque algunas personan califican esta perspectiva como utópica, yo me pregunto si lo que vemos utópico no procederá realmente de un sistema de pensamiento profundamente distópico de la realidad, donde el miedo y la escasez crean abundantes conflictos y problemas de desigualdad constantemente…
¿Acaso no es extraño que en lugar de vivir en armonía con la vida y la naturaleza como hacen otras especies, vivamos desconfiando de los demás y de nosotros mismos, y de nuestras propias capacidades para ser exitosos y felices?
¿Qué parte de nosotros es la que teme cambiar y a que se debe ese miedo?
Quizás la respuesta a esto venga de nuestra necesidad natural de crecer, evolucionar y transformarnos constantemente para no estancarnos, y de relacionarnos afectivamente, en una vida donde nada ni nadie termina por saciarnos y hacernos felices y plenos..
Quizás la felicidad no venga de fuera sino de expresar nuestras mejores capacidades y talentos y ponerlos al servicio de todos, cuando comenzamos a trabajar juntos y a conocernos interiormente para conectar con nuestros deseos más profundos y esenciales, en nuestra búsqueda como seres conscientes, amables e increíblemente creativos…
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Segunda fotografía: Cuadro Sunrise by Ocean, de Vladimir Kush